18 mar 2010

De gatos y lagarteranas


Vi el brillo naranja en el fondo de aquel túnel y comprendí automáticamente que mi senectud me había llevado por fin a la muerte. Pero los automatismos son tramposos. Mi pensamiento automático me había hecho pensar mal, muy mal. No señor, no estaba muerta. Estaba viva y, además, con ese monísimo traje de lagarterana con bordados naranja que me había colocado con bastante poco arte para ir a ese baile de disfraces.

Creo que todo era fruto del mucho calor de los refajos y de los sudores, que me habían dejado exhausta y estaba viendo espejismos de carretera nocturna.

Lo del fondo del túnel era la luz de una vulgar grúa que estaba cargando un coche.

Como soy muy civilizada, paré al lado y me ofrecí por si necesitaban ayuda. Yo siempre ofrezco mi ayuda, sea para lo que sea. Y el resto de la humanidad tiene el mal gusto de utilizarme para todo, sea para lo que sea. Así que allí me vi con mi trajecito de lagarterana, mis media de punto grueso, mi toca en el pelo y mi cara de usuaria de personas necesitadas (cada uno salva su alma como puede, ¡leñe!).

Empujar un coche a las 3 de la madrugada porque al de la grúa se le había estropeado el sistema elevador (o elevatriz, que diría Alonso), tiene tarea. Además, me daba la risa. Y cuando se me cayó la rueda del coche en el tobillo izquierdo, me dio la risa aún más, pero con lágrimas.

No, no vayáis a pensar que cejé en mi empeño. Salvo los relatos, suelo terminar todo lo que me propongo. El coche estuvo colocadito finalmente en lo alto de la grúa a pesar de todo. El de la grúa me agradeció con indulgencias plenarias todo mi esfuerzo y me regaló un gato.

No estuvo mal la cosa, porque a los 3 km se me pinchó una rueda. Y lo de llevar un gato, aparte del trajecito de lagarterana con bordaditos de naranja hilo de seda, suele ser muy útil para estos menesteres.

Ahora viajo en coche de policía. También tiene lucecitas, y me han prometido que me tratarán bien, muy bien.

Os escribiré desde el hospital, creo que me llevan a Agudos de Psiquiatría. No sé si los ordenadores de allí tendrán powerpoint para que os incluya unas diapositivas con mi traje.

Besos por si acaso.

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Foto: Escenas típicas, Museo Marcial Moreno Pascual

1 mar 2010

Croquetas de lorazepam

- Emeteria: te juro por mi madre bendita que de persistir en tu empeño en venir todos los días a la consulta, te voy a dar unas croquetas de lorazepam.
- Don Minganíllez, si es que me encuentro muy mal.
- No hija no, te lo voy a decir ya de una forma rotunda, definitiva y para que no haya dudas: tú no te encuentras, al único que encuentras es a mí, todos los días para ser más exactos, y siempre encuentras tiempo y energía, cosa que a mí ya no me queda, para desgastar mis higadillos con tu adicción a la melacolía y demás virilingües.
- No le entiendo, don Minga. Yo sólo necesito que usted me comprenda.
- Llevo años comprendiéndote, corazón.
- Eso que usted dice es injusto, porque yo me encuentro muy mal.
- ¡Qué novedad! ¿Has pensado en cambiar de médico?
- Sí, pero es que la doctora Verrúguez no habla, se queda mirándote y callada como un búho y no se sabe lo que piensa. Y el doctor Próstatez me dice que sí a todo, como los chinos, y no puedo discutir con él.
- Mira, Emeteria, yo ya lo he pensado largo y tendido, he perfeccionado una receta que nadie ha perpetrado jamás, ni en El Bulli: croquetas de lorazepam. Una tú, una yo, una tú, una yo... Nos las vamos comiendo en disamor y compañía. Ya he calculado la dosis/efecto.
- ¿Qué efecto?
- Pasaremos a los anales de la ciencia, Eme, es posible que incluso publiquen el experimento en el Brithis Medical Journal. Ya he estructurado el absctract.
- ¿Locuálo?
- El resumen del suceso, el enunciado de objetivos, material, método, discusión,...
Objetivos: que Emeteria pase a mejor gloria.
Material: las susodichas croquetas.
Método: si ella se come "ene croquetas elevado a x-7 multiplicado por los miligramos de lorazepam invertidos en la masa y dividido entre el nº de patas de las gallinas que pusieron los huevos para rebozarlas menos la masa específica del pan rallado", yo me tomo un Quitapenas para acompañar.
El resto está pendiente de llevar a cabo el estudio.
- Don Minganíllez, ¿usted ha bebido hoy?
- No, Eme, sólo te estoy pidiendo que contribuyas a un estudio científico para elevar el status de mi carrera profesional.
- Ah bueno, usted ya sabe que yo haría cualquier cosa para que le vaya bien. ¿Cuándo empezamos?
- Ahora, me he traído la fiambrera.